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Volver a Perú ha sido sin duda una buena decisión, hemos podido manejar por montañas y valles disfrutando del buen tiempo y de un sol intenso en cada lugar. Desde Huancabamba, el pueblo de los brujos y chamanes comenzamos a bajar hacia Cutervo y desde ahí a la gran cuidad Cajamarca.

OLYMPUS DIGITAL CAMERAEsta vez nos adentramos nuevamente por caminos alternativos y de ripio que nos tomaron varios días en pasar, pero valió la pena. Perú en general me sorprende en lo rápido y diferente que cambian los paisajes a solo unos pocos kilómetros de distancia. Desde selva a desierto, de desierto a montañas y de montañas a grandes paredes de roca. Basta sólo dar la vuelta a una montaña unos 20 kilómetros aproximadamente y el paisaje ya se aprecia totalmente distinto.

IMG_6884_FotorDurante el camino es posible encontrar lugareños por todos los rincones. Perú es un país grande, pero increíblemente cada rincón esta poblado con numerosas familias. Me cuesta entender desde mi experiencia como estas personas se las arreglan para vivir y desarrollarse tan alejados de la civilización. Al parecer no les es problema arreglárselas con lo mínimo, recorriendo cada día largas distancias para llegar a una escuela o conseguir ciertos tipos de alimentos. Pero con lo que ellos logran cultivar, es mas que suficiente.

Nos detuvimos en un sector donde habían 4 casitas muy pequeñas y como 15 niños jugando, en la mitad de la nada. Realmente nos preguntábamos como lo hacían esas 4 familias en criar a tantos niños. Una señora nos ofreció almuerzo y quisimos quedarnos a almorzar. Todos los niños se nos acercaron a observarnos sin pestañar. De a poco comenzaron a sacar algunas palabras y hacer simples y dulces preguntas. Cuando pude ganar más confianza con ellos les comencé a preguntar si eran felices ahí y que si les gustaba caminar largas distancias hacia la escuela todos los días.

OLYMPUS DIGITAL CAMERAMe llenaron el corazón de humildad y de amor, todos respondieron con una gran sonrisa que les encantaba ir a la escuela y que lo mejor es cuando el sol brilla y hay buen tiempo, porque cuando no, tienen que ir a caballo.

Eso me dejó pensando e inevitablemente comparando aquella realidad con la nuestra. Cuantos niños no alegan y dicen que no quieren ir al colegio, cuantos de ellos tienen que pasar todos los días por largas filas de autos y tacos interminables. Recuerdo muchas veces que viví eso y no era muy provechoso ni entretenido.

IMG_6831_FotorPor lo menos estos niños si que me convencieron de que son felices, y en mi opinión, más libres. Sus juegos son sencillamente jugar con los animales, ordeñar vacas, ayudar a sus padres con el trabajo a la tierra, cuidar y proteger a sus hermanos menores, etc. No están distraídos como nosotros usando computadores y tecnología por doquier, sino que se mantienen más en contacto con la naturaleza y con sus propias familias. Y si les preguntas con que sueñan, ellos responden que desean ser grandes y fuertes para ayudar mejor a sus padres a arreglar las construcciones de sus casas.

Sigo pensando y reflexionando en que realidad es la que me gustaría construir para mi familia algún día. Una especie de equilibrio entre las dos realidades. Aun que no es fácil mantener ese equilibrio. Por ahora, sigo absorbiendo y observando que es lo que aprendo cada día gracias a la oportunidad de conocer realidades tan diferentes a la mía. Es algo que valoro y agradezco cada día, y que gracias a que viajo en mi moto, me es posible experimentar. He llegado a lugares recónditos y alejados de todo, donde buses no pueden llegar,. Lugares donde mi moto me permite recorrer sin apuro, pudiendo detenerme a conversar y a conocer a la gente de ahí. Algo que tanto me llena y me hace feliz.

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